En términos generales, el Templo Mayor era una estructura orientada hacia el poniente, hacia donde cae el Sol. Se asentaba sobre una plataforma general que pensamos representaba el nivel terrestre. Su escalera corría de norte a sur y estaba hecha en un solo tramo, pues al subir a la plataforma se encontraban dos escalinatas que conducían a la parte superior del edificio, formado a su vez por cuatro cuerpos superpuestos. En la parte alta había dos adoratorios, uno dedicado a Huitzilopochtli, dios solar y de la guerra, y el otro a Tláloc, dios de la lluvia y de la fertilidad. Bien cuidaron los aztecas de diferenciar perfectamente cada mitad del edificio según el dios al que estaba dedicado. La parte de Huitzilopochtli ocupaba la mitad sur del edificio, mientras que la de Tláloc estaba en el lado norte. En alguna de las etapas constructivas se ven piedras saledizas que revisten los cuerpos del basamento general del lado del dios de la guerra, en tanto que el de Tláloc tiene una moldura en la parte alta de cada cuerpo. Las serpientes cuyas cabezas descansan sobre la plataforma general se diferencian entre sí: las del lado de Tláloc al parecer son de cascabel, y las de Huitzilopochtli son “cuatro narices” o nauyacas. Los adoratorios de la parte alta estaban pintados con colores diferentes: el de Huitzilopochtli con rojo y negro y el de Tláloc con azul y blanco. Lo mismo ocurría con las almenas que remataban la parte alta de los adoratorios, además del elemento que se ubicaba frente al acceso o puerta: del lado de Huitzilopochtli se encontró una piedra de sacrificios, y del otro lado un chacmool policromado. Más aún, se ha visto que en ciertas etapas el lado del dios de la guerra fue un poco más grande que el de su contraparte, cosa que también se nota en el Códice Telleriano-Remensis, si bien en la lámina correspondiente hubo un error de inversión del templo.
TEMPLO MAYOR
martes, 22 de mayo de 2012
DONDE FUE CONSTRUIDO
Según la tradición, el Templo Mayor fueconstruido justo en el sitio donde los peregrinos de Aztlán encontraron el sagrado nopal que crecía en una piedra, y sobre el cual se posaba un águila con las alas extendidas al sol, devorando una serpiente.
En la actualidad el recinto abarcaría desde el Zócalo y el Palacio Nacional al Sur hasta la calle González Obregón al Norte y desde la calle República de Brasil y Monte de Piedad al Oeste hasta la calle Del Carmen al Este.
Acontinuacion se puede observar el mapa didactico con la ubicacion del Templo Mayor en la actualidad:
MAPA CON VISTA DE CALLE:
MAPA CON VISTA SATELITAL:
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CONSTRUCCION
Cuando la ciudad de Méxic-Tenochtitlan estaba recién fundada los Mexicas eran un pueblo pobre y su templo era muy pequeño y humilde hecho de adobe y no muy alto y encima de ellos los adoratorios de Huitzilopochtli y Tlaloc, llamados Teocallis y eran atendidos por un sacerdote cada uno. Cuando los Mexicas hicieron sus conquistas y su riqueza fue incrementando lo primero que hicieron fue agrandar el Coatepec, construyendo una pirámidemas grande y los Teocallis de los dioses mas lujosos. La gran pirámide llegaba a guardar en su interior todas las etapas constructivas anteriores. En su cumbre existían los famosos braseros humeantes los cuales nunca se apagaban. Este recinto ceremonial quedo como el centro fundamental y la ciudad quedaba orientada hacia los rumbos del universo.
El Templo Mayor fue reconstruidoalmenos siete veces, poniendo una capa sobre la anterior.
El Templo Mayor era la mayor estructura de la ciudad, ubicado en el centro ceremonial de la capital del imperio, en lo que fue el islote original de su fundación. En realidad era un templo doble, formado por la típica pirámide trunca, pero de doble escalinata y con un templete anexo en cada esquina frontal de su base, que tenía unos 60 metros de alto, y en su cima los dos templos, dedicado uno al culto de Tláloc, dios de la lluvia (al norte, con pintura azul), y el otro a Huitzilopochtli, dios de la guerra (al sur, con pintura roja). El Templo Mayor llego a tener finalmente cuando llegaron los conquistadores, una altura aproximada de 50m y más de 80m por cada lado.
ETAPAS DE SU CONSTRUCCION
El templo mayor fue construido en siete etapas y tuvo cuatro ampliaciones, (estas sucesivas construcciones se iban amontonando una sobre otra de forma que cada una recubría la anterior).
Etapa l (alrededor de 1390 d.C.).1De la primera etapa, la original, no queda ninguna evidencia debido a que habría sido levantada con un material perecedero ( Este primer basamento dedicado a Huitzilopochtli, aunque humilde porque fue construido con lodo y madera).
Etapa II (alrededor de 1390 d.C.). Esta etapa constructiva se caracteriza por su muy buen estado de conservación. Se excavaron los dos adoratorios de la parte alta. Frente al acceso de Huitzilopochtli se halló la piedra de sacrificios, consistente en un tajón de tezontle bien fincado en el piso; debajo de la piedra había una ofrenda de navajones y cuentas verdes. Varias ofrendas se detectaron debajo del piso del adoratorio, entre ellas dos urnas funerarias que contenían restos óseos humanos quemados (ofrendas 34 y 39). Al parecer se trata de los restos de algún personaje de la más alta jerarquía, pues iban acompañados de cascabeles de oro y el lugar que ocupaban las ofrendas era exactamente a la mitad del adoratorio, al pie de la banqueta en donde se debió de colocar la figura del dios guerrero. Un glifo 2 Conejo localizado en el último escalón y en eje con la piedra de sacrificios indica, aproximadamente, la fecha asignada a esta etapa constructiva, lo que hace pensar que los aztecas aún estaban bajo el control de Azcapotzalco. El lado de Tláloc también se encontró en buen estado; en los pilares de acceso a su interior vemos pintura mural tanto en el exterior como en el interior del aposento. Esta etapa debió de tener unos 15 metros de altura, si bien no pudo ser excavado en su parte inferior, ya que el nivel de las aguas freáticas lo impidió.
Etapa III (hacia 1431 d.C.). Esta etapa tuvo un crecimiento considerable por los cuatro lados del templo y cubrió totalmente a la etapa anterior. La fecha corresponde a un glifo 4 Caña que está en la parte posterior del basamento y que indica, por cierto, que los aztecas se habían liberado del yugo de Azcapotzalco, lo que ocurrió en el año 1428, bajo el gobierno de Itzcóatl, por lo que ahora los tepanecas eran los tributarios, de ahí que el templo adquiriera grandes proporciones. Reclinadas sobre la escalinata que conduce al adoratorio de Huitzilopochtli se encontraron ocho esculturas, posiblemente de guerreros, que en algunos casos cubren su pecho con las manos, en tanto que otras tienen una pequeña oquedad en el pecho, en donde se descubrieron cuentas de piedra verde, que significan corazones. Pensamos que se trata de los huitznahuas, o guerreros del sur, que combaten en contra de Huitzilopochtli, conforme relata el mito. Sobre la escalinata de Tláloc también aparecieron tres esculturas de piedra, una de ellas representando a una serpiente, de cuyas fauces sale un rostro humano. En total se hallaron trece ofrendas asociadas a esta etapa. Algunas contienen restos de fauna marina, lo que significa que ha dado comienzo la expansión mexica hacia la costa.
Etapas IV yIVa (alrededor de 1454 d.C.). Estas etapas se atribuyen a Moctezuma I, quien gobierna Tenochtitlan entre 1440 y 1469. Los materiales provenientes de las ofrendas ahí encontradas, así como los motivos que decoran el edificio, indican que el imperio está en plena expansión. De estos últimos hay que destacar las cabezas de serpiente y los dos braseros que las flanquean, las cuales se localizaban hacia la parte media de las fachadas norte y sur y en la parte posterior de la plataforma. La etapa IVa es únicamente una ampliación de la fachada principal. En general, las ofrendas excavadas muestran restos de peces, conchas, caracoles y corales, y piezas procedentes de otros sitios, como las de estilo Mezcala, Guerrero, y los “penates” mixtecos, de Oaxaca, lo que nos habla de la expansión del imperio hacia esas regiones.
Etapa IVb (1469 d.C. ). Se trata de una ampliación de la fachada principal, atribuida a Axayácatl (1469-1481 d.C.). Los restos arquitectónicos más significativos corresponden a la plataforma general, pues de las dos escalinatas que conducen a los adoratorios apenas quedaron algunos escalones. Entre las piezas sobresalientes de esta etapa se encuentran la monumental escultura de Coyolxauhqui, ubicada sobre la plataforma y a la mitad del primer escalón del lado de Huitzilopochtli. Varias ofrendas se hallaron alrededor de la diosa. Cabe señalar dos urnas funerarias de barro anaranjado que contenían huesos quemados y algunos otros objetos. Estudios de los restos óseos indicaron que se trata de personas masculinas, quizá militares de alta jerarquía heridos y muertos en la guerra en contra de Michoacán, pues no hay que olvidar que Axayácatl sufrió una dolorosa derrota ante los tarascos. Otros elementos presentes sobre la plataforma son las cuatro cabezas de serpiente que forman parte de las escalinatas que llevan a la parte alta del edificio. Dos enmarcan la escalinata de Tláloc y las otras dos la de Huitzilopochtli, siendo diferentes las de cada lado. También son importantes las dos enormes serpientes de cuerpo ondulante que están en los extremos de la plataforma y que llegan a medir cerca de 7 metros de largo. En los extremos también hay aposentos con pisos de mármol para determinadas ceremonias. Un pequeño altar llamado “Altar de las Ranas”, ubicado en el lado de Tláloc, interrumpe la escalinata que conduce desde la gran plaza a la plataforma.
El mayor número de ofrendas se encontró en esta etapa, debajo del piso de la plataforma; ello nos habla del apogeo de Tenochtitlan y del número de tributarios bajo su control. El Templo Mayor crecía en tamaño y magnificencia y era un reflejo del poder azteca en otras regiones.
Etapa V (aproximadamente 1482 d.C.). Poco es lo que queda de esta etapa, sólo una parte de la gran plataforma sobre la que se asentaba el templo. Quizá lo más importante sea un conjunto encontrado al norte del Templo Mayor que llamamos “Recinto de las Águilas” o “de los Guerreros Águila”. Consiste en un vestíbulo en forma de L con restos de pilares y banquetas decoradas con guerreros policromados. Sobre las banquetas se encontraron, en la puerta que da al poniente, dos soberbias figuras en barro que representan a guerreros águilas, y en otra puerta dos esculturas del mismo material, de Mictlantecuhtli, señor del inframundo. El conjunto tiene aposentos, pasillos y patios interiores; en la entrada de un pasillo se hallaron, sobre la banqueta, dos figuras de esqueletos hechos de barro. Esta etapa se atribuye a Tízoc (1481-1486 d.C.).
Etapa VI (hacia 1486 d.C.). Ahuízotl gobierna entre 1486 y 1502. A él puede atribuirse esta etapa, la cual cubrió los cuatro lados del templo. Hay que destacar los adoratorios que se hicieron junto al Templo Mayor; se trata de los llamados “Templos Rojos”, cuyas fachadas principales ven hacia el oriente. Se encuentran a ambos lados del templo y aún conservan los colores originales con los que estaban pintados, en los que predomina el rojo. Tienen un vestíbulo decorado con aros de piedra del mismo color. En el lado norte del Templo Mayor se localizaron, alineados con el Templo Rojo de ese lado, dos adoratorios más: uno decorado con cráneos de piedra y otro que ve hacia el poniente. El primero resulta particularmente interesante, pues está en medio de los otros dos, y por estar decorado con cerca de 240 cráneos bien puede indicar el rumbo norte del universo, el rumbo de lo frío y de la muerte. Hay otro adoratorio más detrás del “Recinto de las Águilas”, llamado adoratorio D. Está bien conservado y en su parte superior muestra una huella circular que sugiere que ahí estuvo empotrada una escultura. También se encontró parte del basamento del “Recinto de las Águilas”, lo que significa que el edificio se agrandó en esta etapa.
Etapa VII (hacia 1502 d.C.). Se ha encontrado solamente parte de la plataforma que sostuvo al Templo Mayor. La construcción de esta etapa se atribuye a Moctezuma II (1502-1520 d.C.); fue la que vieron y destruyeron hasta los cimientos los españoles. El edificio alcanzó los 82 metros por lado y cerca de 45 metros de alto.
Hasta aquí hemos visto lo que la arqueología ha permitido encontrar a lo largo de cinco años de excavaciones, pero aún falta por ver cuál es el simbolismo de tan importante edificio y el porqué estaba dedicado a dos dioses: Huitzilopochtli y Tláloc.
En las más recientes investigaciones arqueológicas llevadas a cabo en las ruinas del Templo Mayorsobresale aquella que se realizó durante el gobierno de Huitzilíhuitl, segundo tlatoani de Tenochtitlan; de esa etapa se conservan los muros de los adoratorios, el téchcatl o piedra sagrada de los sacrificios y una escultura del Chac-Mool. Destaca también la etapa constructiva ejecutada durante el gobierno de Izcóatl, de la que se descubrieron, sobre la escalinata que conducía al adoratorio de Huitzilopochtli, varias esculturas de portaestandartes que, a manera de guerreros divinos, defendían el ascenso al templo de la suprema deidad.
¿QUIEN LO CONSTRUYO Y CUAL FUE SU MOTIVO?
Acamapichtli (1376-1396). "El que empuña la caña" fue el primer Huey tlatoani mexica. Conformó la familia real, de la que fueron electos a través de los años, todos los gobernantes. Durante su reinado se construyó el primer Templo Mayor.
Este edificio originalmente se llamaba Coatepec que quiere decir "Cerro de las Serpientes" en Náhuatl según la mitología Mexica aquí se llevo a cabo la batalla entre la Coyolxauhqui y su hermano Huitzilopochtli.Según la tradición, el Templo Mayor fueconstruido justo en el sitio donde los peregrinos de Aztlán encontraron el sagrado nopal que crecía en una piedra, y sobre el cual se posaba un águila con las alas extendidas al sol, devorando una serpiente. Este primer basamento dedicado a Huitzilopochtli, aunque humilde porque fue construido con lodo y madera, marcó el principio de lo que con el tiempo sería uno de los edificios ceremoniales más famosos de su época. Uno a uno los gobernantes de México-Tenochtitlan dejaron como testimonio de su devoción una nueva etapa constructiva sobre aquella pirámide, y si bien las obras sólo consistían en adosarle taludes y renovar escalinatas, el pueblo podía constatar el poder de su gobernante en turno y el engrandecimiento de su dios tribal, el victorioso dios-sol de la guerra.
Pero los mexicas no podían olvidarse de los demás dioses, pues todos ellos propiciaban la existencia armónica del universo, equilibrando las fuerzas de la naturaleza, produciendo el viento y la lluvia y haciendo crecer las plantas que alimentaban a los hombres. Así, una de las deidades principales, que alcanzó una jerarquía similar a la de Huitzilopochtli, fue Tláloc, el antiguo dios de la lluvia y patrono de los agricultores; por ello, y con el transcurrir del tiempo, aquel sagrado edificio, “hogar de Huitzilopochtli”, tuvo la forma de una pirámide doble, la cual sustentaba en su cúspide dos habitaciones que funcionaban como los adoratorios máximos de ambas deidades¿QUE REPRESENTABA PARA LOS MEXICAS EL TEMPLO MAYOR?
En una isla del gran lago estaban asentados los señores nobles: un hombre y una señora gobernante, Petchimaltzin. Estaban asentados allí donde se yerguen seis casas. Estaban asentados allí donde hay un templo principal dedicado a Uno Carrizo Agua Brotante. De allí partió un gran sacerdote. Partió en una canoa, remó hacia la orilla y se dirigió rumbo a una cueva del Gran cerro que se Tuerce. Allá en la cueva estaba nuestro señor Huitzilopochitli. Allá tenía su altar entre las ramas. Allá habló, habló abundantemente, habló sobre la necesidad de ponerse en camino, sobre la necesidad de marcharse, sobre la necesidad de buscar otro lugar para la morada”.
Es este mismo sacerdote, quien, después que Huitzilopochtli le comunica su mandato, sale de las entrañas de una cueva-santuario, la cual forma parte de un gran cerro y les informa la orden divina de buscar una nueva morada:
“y así partieron matlatzincas, partieron tecpanecas, chichimecas y malinalcas; partieron cuitlahuacas, xochimilcas y chalcas y partieron también los huexotzincas”.
Es este mismo sacerdote, quien, después que Huitzilopochtli le comunica su mandato, sale de las entrañas de una cueva-santuario, la cual forma parte de un gran cerro y les informa la orden divina de buscar una nueva morada:
“y así partieron matlatzincas, partieron tecpanecas, chichimecas y malinalcas; partieron cuitlahuacas, xochimilcas y chalcas y partieron también los huexotzincas”.
En la relación de ChimalpainCuauhtlehuanitzin, se sitúa la fecha de partida en el Año 1 Técpatl, equivalente a la fecha 1064 d.C., señalándose ahí, al igual que las otras fuentes citadas, que es de un lugar llamado Chicomóztoc, -gruta que consta de siete cuevas según se deduce de su toponimia- el punto de partida de la migración de las tribus nahuas. Respecto al mismo evento suscrito en el Códice Boturini, que recientemente comenté, se dice en el relato de Chimalpain, que por primera vez se les revela el Tetzáhuitl, es decir el asombroso o extraordinario Huitzilopochtli, de quien se menciona que solamente pudieron oírlo pero no verlo. Los aztecas traían consigo una representación de Huitzilopochtli y, que en cierto momento esta deidad se introduce en esta figura, receptora de lo divino –suponemos hecha probablemente de piedra, madera o copal- y es cuando esta divinidad llama al supremo sacerdote de los aztecas, IztacMixcohuatzin y escucha una voz que le ordena:
“!Ven IztacMixcohuatzin¡ Ahora es ciertamente necesario, mucho muy necesario que te ordene que vayas luego a poner orden a las cosas, tal como vayan a estar, como vayan a ocurrir; y asimismo, que te encargues de conducir a los muchos azteca que partirán contigo, y que son todos aquellos de los siete calpolli, las más robustas, esforzadas y grandes personas, como son la mayor parte de los muchos macehuales. Y la razón de esto es partiremos ahora, que nos iremos extendiendo, que nos iremos asentando y conquistando a otros; iremos conquistando por todas partes del mundo a los macehuales que ya están asentados”.
Chimalpain, considera a estos grupos como chichimecas teocolhuaque. Más adelante en el relato, se menciona que en un lugar llamado Teocolhuacan, “Donde Radican Nuestros Ancestros”, no lejos de la mítica ciudad lacustre de Aztlán, la tierra de las garzas o de la blancura (¿acaso, una retroproyección de Tenochtitlan como motivo de refundación del pasado?) llevan a cabo un cónclave varios tribus nahuas, es ahí en este lugar, que deciden separarse.
Esta ruptura es señalada por un hecho inusitado. La tribu de los aztecas arriban a un paraje en el que se encuentran con otros grupos, colocan en un altar o momoztli a su dios Huitzilopochtli y, en el instante que se disponen a tomar sus bastimentos, un robusto y majestuoso ahuehuete, cruje sus maderas y se parte en dos, estremeciendo y quedándose atónitos los macehuales al quebrase tan corpulento árbol:
“Aquí en éste fue cuando arribaron los azteca al pie del gran árbol. Y cuando aquellos teomamaque, el de nombre Cuahcóhuatl y el de nombre Apanécatl y el nombre Tezcacohuácatl y la de nombre Chimalma, llegaron al pie del árbol, enseguida tomaron asiento donde esta el corpulento árbol; luego, enseguida tomaron asiento en donde está el corpulento árbol; luego allí en su base, colocaron su momoztli de tierra en el que asentaron al diablo Huitzilopochtli. Cuando lo asentaron, enseguida tomaron sus bastimentos; y estaban a punto de comer los aztecas cuando de pronto se quebró sobre ellos el gran árbol. Y al punto abandonaron lo que iban a comer; durante muchísimo tiempo permanecieron cabizbajos los azteca, pero enseguida los llamó el diablo, (sic.) les dijo Huizilopochtli: <Despidan a las ocho poblaciones que los acompañan, a los colhuaque. Díganles que no iremos a donde habríamos de ir, de aquí nos volveremos>."
No es fortuito que sea un ahuehete el centro de la historia, estos árboles duran miles de años y para su sostenimiento requieren de grandes consumos de agua, el que de un momento a otro se quiebre, adquiere de inmediato el carácter de una manifestación de lo divino que requiere ser leído con atención. El ahuehuete (según Francisco J. Santamaría: palabra compuesta de Atl, agua y huehue viejo) por su poderoso y majestuoso tronco, su longevidad y crecimiento, es señal de la existencia de cuantiosos manantiales, y siendo el agua un elemento de culto y al considerar este árbol como instrumento de Huitzilopochtli, lo hacen, por estas razones, un árbol sagrado, capaz de convertirse en mensajero de lo divino. Hasta la fecha en Xochimilco, cuando uno de estos gigantescos árboles, se ha conservado, es motivo de una gran veneración y es tan importante como un templo religioso, tal y cómo sucede con el legendario ahuehuete, situado enfrente de la capilla dedicada al Santo Patrono San Juan, en la plaza y barrio del mismo nombre.
Entonces, si en el relato mítico, se da el testimonio de que este portentoso sabino se quiebra, los aztecas comprendieron que algo grave y trascendente iba a suceder con su destino como grupo. El árbol roto marca la división de una alianza tribal y el principio de un largo y penoso éxodo. Este ahuehuete, es decir el Viejo Árbol de Agua, se convierte en un testigo vegetal de la crónica indiana.
Este acontecimiento extraordinario, acontece en el año 5 técpatl (1068 d.C.), a partir de este quiebre, cada una de las poblaciones ahí reunidas, tomará su propia ruta. En el lapso que tomará varios cientos de años, sucesivos pueblos de origen nahua arribarán a las cuencas y valles del centro de la actual República Mexicana. Se menciona en las diversas fuentes de la historia prehispánica, que después de batallar contra los grupos ya establecidos con anterioridad en el Altiplano, en el Año 2 Calli (1325 d.C.), los mexicas por fin merecen tener su propia tierra.
Si los mexicas son el último de los grupos colhuas-chichimecas en conquistar su residencia en el Valle de Anáhuac, es decir la “tierra alrededor del agua”, lugar que por su abundancia de recursos hídricos, flora y fauna, será uno de los elementos que atrajo a numerosas poblaciones para que fuera su morada.
TEMPLO MAYOR EN LA ACTUALIDAD
Descubierto, por casualidad, en 1978. Ahora, los arqueólogos siguen excavando y sacando a la luz una ciudadela enterrada en pleno centro de la Ciudad de México.
Todas las formas de los dioses en el Templo, lejos de constituir un fin en sí, son jeroglíficos de conceptos; lo que induce a que mientras más descubrimos el sentido de su lenguaje, la talla nos parece más perfecta. Aquí los artistas prehispánicos supieron combinar el arte con las potencialidades expresivas de su mitología. Gracias a la eficacia con que lograron expresar su pensamiento, podemos conocer hoy aspectos de su vidaque nos han dejado escrita en esculturas monumentales, en pequeñas piezas de oro, jade, obsidiana y alabastro, en la escritura de los bajorrelieves tallados profundamente sobre piedras duras, capaces de resistir un fuerte pulimento.
En América, ¿nos sentimos hoy de alguna manera ligados a ese mundo que va brotando de la tierra misma en pleno centro de la más poblada de nuestras ciudades?. Hasta su lengua para los mismos mexicanos es extraña; cuanto más sus creencias, sus pensamientos, su cultura. Cuando uno está en el sitio le parece increíble una mentalidad que ubica su templo encima de otro que hoy sabemos era magnífico; destruyendo casi por completo la civilización natural al sitio. Sus adelantos científicos, su música y su poesía fueron enterradas y quinientos años después hemos tenido que comenzar de cero para rescatar algo de cuando la ciudad era la más fastuosa de América. No solamente vencieron los conquistadores; asesinaron una civilización. Hoy, mientras brotan del suelo los antiguos dioses y maneras, mientras los pensamientos surgen aquí y allá, cuando conocemos algo más cada día de sus creencias, al mismo tiempo, uno se pregunta si hay tiempo aún de rescatar y utilizar sus altares para comunicarnos con nuestra memoria histórica, o si es demasiado tarde y fuimos desterrados definitivamente del Templo Mayor.
En América, ¿nos sentimos hoy de alguna manera ligados a ese mundo que va brotando de la tierra misma en pleno centro de la más poblada de nuestras ciudades?. Hasta su lengua para los mismos mexicanos es extraña; cuanto más sus creencias, sus pensamientos, su cultura. Cuando uno está en el sitio le parece increíble una mentalidad que ubica su templo encima de otro que hoy sabemos era magnífico; destruyendo casi por completo la civilización natural al sitio. Sus adelantos científicos, su música y su poesía fueron enterradas y quinientos años después hemos tenido que comenzar de cero para rescatar algo de cuando la ciudad era la más fastuosa de América. No solamente vencieron los conquistadores; asesinaron una civilización. Hoy, mientras brotan del suelo los antiguos dioses y maneras, mientras los pensamientos surgen aquí y allá, cuando conocemos algo más cada día de sus creencias, al mismo tiempo, uno se pregunta si hay tiempo aún de rescatar y utilizar sus altares para comunicarnos con nuestra memoria histórica, o si es demasiado tarde y fuimos desterrados definitivamente del Templo Mayor.
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